La doctora te invita a entrar en la consulta, es bastante grande y bien iluminada en comparación con otras del centro. En la mesa, la doctora tiene un montón de papeles con informes e historias y justo al lado, el ordenador y la impresora que trabajan a destiempo, cuando uno funciona, el otro no.
En la pared, aparte de hojas con números de teléfono y protocolos de emergencia hay la foto de dos niños que supones que son mellizos, ya que tienen la misma edad, un niño y una niña de unos 5 años que con toda seguridad son hijos suyos.
Una vez sentados, la doctora te hace la pregunta de rigor:
– Hola, ¿por que venías?
“A tomar algo, ¿me pones una caña?” – piensas, pero no la conoces suficiente para hacer bromas – Hola, es que tengo un dolor desde hace semanas que no se me va ni haciendo reposo, ni tomando pastillas, ni nada de nada y ya no estoy cansado… estoy harto.
– Ok. ¿Te diste algún golpe, te caíste antes de tener este dolor?
– No, no. Apareció y poco a poco fue a más.
– ¿Y haces algún movimiento repetitivo?, ya sea en el trabajo, haciendo deporte o en cualquier otra cosa
– Justamente en el lugar donde me duele, no, para nada.
– Muy bien, muy bien. Pues súbete a la camilla que te voy a explorar bien.
La doctora comienza a presionarte la musculatura y no sabes si te está explorando o ya ha pasado directamente a la tortura. Al menos, no se recrea mucho y te puedes volver a vestir rápido. Cuando te estas sentado de nuevo, entra Dani, el enfermero y le comenta a la doctora.
– Belén, mira, el paciente que tengo me explica que la pastilla que se está tomando para el colesterol le da contracturas en los gemelos. ¿Cómo ves de cambiarles la medicación?
– Bien, ahora me reviso la historia, pero ahora que pienso… ¿ Cómo vas?
– Pues hoy he venido en moto, ya lo sabes – le comenta con guasa.
– Sí, sí… lo que tú digas… ¿estas ahora muy liado?
– No, no, estoy bien ahora. Me ha fallado el paciente de antes ¿Por?
Y dirigiéndose la doctora hacía ti.
– Perdona, ¿te importa si cuando acabe contigo te pase con Dani para que te haga una revisión? Ya sabes, lo típico, te miramos la tensión, el peso, cuatro preguntas y si te hace falta una análisis de sangre.
– ¡Ah! ¡ Y tanto! ¡Ningún problema! – le respondes.
– Pues Dani, cuando acabe intercambiamos pacientes. Haciendo un repaso a su historia – señalándole a ti – me gustaría comentarle tres o cuatro cosa sobre tus hábitos de salud, pero como tanto monta como monta tanto, te parece si se las pregunta tú, Dani?
– ¡Claro Belen! – dice sonriéndola
El enfermero, vuelve a la consulta y la doctora te da unos últimos consejos:
– Por ahora parece que es una contractura, sin más. Te cambio el antiinflamatorio, aplícate calor y cuando vayas ahora con Dani que te explique una serie de ejercicios para evitar que te vuelva a pasar.
– Perfecto.
– Y si en 10 días no mejoras vuelve a pedir hora conmigo. ¿De acuerdo?
– Sí.
Te levantas y cruzas por la puerta que une las dos consultas y vuelves a saludar al matrimonio que estaba en la sala de espera.
– Mira, al final sí que tenemos visita con la doctora…
– Y yo con el enfermero – les respondes.
Una vez solos Dani te comienza a explicar:
– Como te ha dicho Belén – te llama la atención la familiaridad con que dice su nombre- te voy a tomar cuatro constantes y hacer cuatro preguntas sobre tus hábitos de salud.
– Vale, hoy no tengo mucha prisa, pregunta lo que quieras… – justo al acabar la frase, te fijas en la pared más cercana al enfermero y ves una foto con los mismos niños que en la consulta de la doctora, pero de unos dos años – ¿ son tus niños? – preguntas con curiosidad.
– Sí, Vega y Álvaro. ¿A qué son guapos? – dice con una desbordante cara de alegría – Aquí tienen dos años, ahora ya tienen cinco.
– Me suenan de haberlos visto en otra parte… – contestas con una sonrisa picarona
– Ya, ¿de dónde, no? – te réplica con una mirada cómplice mientras desvía la mirada en dirección la consulta de la doctora- Pero bueno, centrémonos. Si me permites, arremangate la camisa que te tomo la tensión y respira hondo…
“Código 0 en pasillo planta 1, código 0 en planta 1”
Cómo impulsado por un resorte, Dani, el enfermero, salta de la silla y se dirige hacia el pasillo, cuando cruza por tu lado te masculla un breve “lo siento, tengo que salir”. Tú, llevado por la curiosidad, sigues sus pasos para ver que ha pasado.
Cuando sales al pasillo ves que a tres consultas a la izquierda de donde estás, está en el suelo el hombre que al entrar al centro te había pedido un cigarrillo, tiene los ojos blancos y la cara gris. Una enfermera le está haciendo un masaje cardiaco mientras un médico y otra enfermera se acercan con un desfibrilador.
“Pásame las palas” “Aquí tienes el ambú” “¿Estas cansado? Cuando quieras te sustituyo” “Búscame el guedel” “Puedes traer la bombona de oxigeno?” Ordenes, peticiones, ayudas se van coordinando dentro un caos bajo control: Cuatro personas rodeando aquel hombre, un maletín abierto de par en par y con parte del material por el suelo y 10 personas mirando y haciendo todo tipo de comentarios.
“Llama a emergencias”
“¡Eh! ¡Llama a emergencias!”
Tardas unos segundos en darte cuenta que Dani te está hablando a tí.
– ¿Cómo? ¿Yo? ¿Porqué? ¿Qué digo? – Hasta ese momento te sentías como si entre esa escena que estabas viviendo y tú hubiera una pantalla haciendo como si no estuvieras allí, pero esa petición hace que durante unos segundos tú seas el centro de atención en vez de aquel hombre tendido en el suelo. Te sientes observado por todo el mundo que te dice con la mirada “¡Llama!”
– He enviado a Rafa, el administrativo a buscar el oxigeno. Necesito que alguien diga a emergencias que tenemos un paro y si bajas abajo y lo dices al resto de compañeros vamos a tardar demasiado.
– Ok… pero…
– Tranquilo. Tu llama, di el centro donde estamos, la dirección y que pedimos una ambulancia por una parada cardíaca y que los sanitarios del centro hemos comenzado a hacer la RCP.
Llamas a emergencias y comienzas a caminar de un lado para otro mientras repites robóticamente todo lo que Dani te ha dicho. Cuando cuelgas, te giras y vuelves a la realidad…
“Atrás”
Una descarga hace temblar a aquel hombre y se hace el silencio. Unos esperan la próxima acción de los sanitarios y los sanitarios se quedan mirando al desfibrilador esperando algo… y al final del aparato se oye…
“Ritmo no desfibrilable. Compruebe constantes”
– ¡Respira! – Comenta Belén
– ¡Tiene pulso! – grita Dani.
– Bueno, sigamos…- dice un tercero y todos siguen alrededor de aquel hombre que poco a poco va recuperando el color mientras que el resto de personas van recuperando la respiración, la voz y comienzan a hablar entre ellos.
– ¡Creo que dejo de fumar ahora mismo! – dice una mujer a tu lado, te la quedas mirando y piensas…
Yo también voy a dejar de fumar
No me va a dar ahora un infarto por fumar! Solo tengo un poco de tos por las mañanas
Ya se que estoy enfermo por culpa del tabaco, pero soy incapaz de dejarlo
Sí, estoy enfermo por culpa del tabaco, pero ¿para que voy a dejar de fumar ya? Ya no vale la pena