Cuando estamos solos con nuestros pensamientos, comenzamos a pensar cosas que realmente queremos olvidar, como la vivencia en el centro de salud con aquel hombre que te había pedido un cigarrillo. Tan normal que estaba, de buen humor, con su barriguita pero de aspecto saludable, derrochando simpatía y justo le da un infarto mientras se espera para visitarse.
En medio de tus divagaciones te suena el móvil. Te sacas los guantes y descuelgas la llamada mientras maldices mentalmente a quien te está llamando.
– ¿ Qué? – Dices temblando
– ¿eh? ¿Que te pasa? – Responden des del otro lado de la línea-
– ¡Que tengo la mano congelada del frio que hace! – toses – ¡O sea que sea lo que sea, dilo ahora o calla para siempre!
– Jajajajajaja. Ya sé que hace frio. Por eso estoy refugiado en el bar de siempre. Estamos todos, ¿Te apuntas? Cambio y corto.
– ¡Hecho! Llego en cinco minutos. Corto y cierro – Vuelves toser, guardas el móvil, te pones los guantes y aceleras el paso llegando antes de lo dicho.
El calor acumulado del bar te rodea justo al entrar y te quita el frio de golpe, justo lo contrario de los que estaban al lado de la puerta, que reciben todo el frio de la calle y a través de su cara te dicen lo que piensan sin necesitar de hablar: “¡Cierra la puerta ya!”
Pero no te das cuenta de sus miradas y optas en sacarte antes el abrigo que cerrar la puerta, por eso, uno de los que está cerca te grita:
– ¿Quieres hacer el puto favor de cerrar la jodida puerta? – te dice un hombre que te saca una cabeza aun estando sentado en la barra. Su aspecto es totalmente desaliñado, con barba de muchos días, ropa arrugada y su mirada refleja llevar demasiadas cervezas encima.
– ¿Qué? – Respondes automáticamente totalmente descolocado por su agresividad.
– ¿La puerta! ¡Joder! ¿Te lo tengo que repetir? – Dice mientras se acerca hacia ti.
– La puerta ya está cerrada, ¿Contento? – Le grita Anna, una de tus amigas mientras se pone delante tuyo.
El hombre, aunque te ha dado la sensación de querer buscar bronca, recula y vuelve a su asiento en la barra y se desentiende de ti. Te extraña mucho que se haya calmado tan rápidamente solo con las palabras de tu amiga, al fin y al cabo, erais dos contra un gigante. Pero lo entiendes cuando te giras y ves que detrás tuyo estaban todo tu grupo con cara de pocos amigos.
– Hola Cubito de hielo, ven con nosotros, estamos al final – te responde Eva con la mejor de las sonrisas, mientras te coge desde los hombros con uno de sus brazos y te lleva así hasta la mesa donde están todos sentados.
– ¿Que pasa? ¿Querías entrar en calor a base de golpes Rocky Balboa?
– No Loli – toses – El animal ese que buscaba bronca, va pasado de vueltas – vuelves a toser –
– ¡Ostras! Estas podrido! Como toses, por el teléfono igual. ¡Vaya catarro llevas!
– No, no es un catarro Angela… que a veces me da por toser, sobretodo por las mañanas…
– Por el tabaco – te responde Miguel.
– Si, supongo, pero bueno es normal. Me gusta fumar.
– A ver… normal, normal… no lo es – replica- toser no es normal, ¡Los que no fuman están tosiendo todos los días del año?
– Todos los días, todos los días, no… pero yo sólo tengo un poco de tos…
– Ya, pero dime…. Cuando comenzaste a fumar, los primeros años…. ¿Tosías todos los días como haces ahora? – te interroga Angela
– Alguna vez….
– Alguna vez, ya lo dices, pero no siempre. No sé, ¿no has pensado que quizás esto significa que te está pasando algo? Qué esto no acaba aquí…
– ¿Qué quieres decir? – Le contestas.
– Que mi padre comenzó así, y como tu, decía “ Bah”, eso es normal, es por fumar, no me molesta tanto”. Y al final sabes que? Ahora lleva oxígeno por que se ahoga.
– ¿Entonces me estas diciendo que ya no tengo remedio, que voy a acabar como tu padre? ¡Vaya ánimos, chata!
– ¡Tampoco eso, ostia! – replica- Mi padre por que no dejo de fumar, pero si lo dejas de ahora, frenas el avance- De lo contrario, entonces sí, lo aceleras… no digo que se te vaya a ir la tos, pero al menos estas a tiempo a que no vayas a más… No sé, piénsalo. Yo diría que fumar ya te está afectando a tu salud, poco, pero algo, mejor ahora que más tarde, no?.
– Además… has pensado lo que ganarías si dejas de fumar? – continua Manuel, uno de tus amigos, monitor de tenis y deportista nato.
– Sí… salud, no? – dices con pocas ganas.
– Sí…salud y ahorro, y mejor aspecto, y menos arrugas, y mejor aliento, recuperar el gusto y el olfato, que ni tu casa ni el coche te huelan a cenicero,…
– Te lo digo sinceramente y con todo mi cariño, no te creas que tenemos ganas de sermonearte ni mucho menos aunque sé qué ahora mismo piensas lo contrario – prosigue Carlos – pero creo que esta tos es un aviso de que fumar ya te esta afectando en tu salud, la decisión es tuya pero dime, ¿ te vas a plantear dejar de fumar?
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