– Y ni así conseguiste dejar de fumar, ¿no? – Te interrumpe la mujer que como tú, está esperando cita en el ayuntamiento.
– Pues no. Por eso no me veo con ganas de volverlo a intentar – te sinceras. ¿Y tú marido? ¿Cómo lo consiguió?
En ese momento se vuelve a abrir la puerta del despacho de enfrente y sale el chico que había entrado antes que vosotros. Cómo cuando estabais esperando, ni os mira. Se limita a ponerse los auriculares a todo volumen y se aleja por el pasillo.
– Ahora sí me toca, ¿no? – le dice al funcionario
– Si es la señora Pilar Arbòs, sí.
– Bueno – dirigiéndose la mujer a ti – ha sido un placer charlar contigo, hasta otra.
– !Hasta otra! – y cuando esta en el umbral de la puerta se gira y te comenta – ¡Ah! Por cierto… mi Joan lo dejó al quinto intento, después de probarlos muchas veces, probar medicación, recibir multitud de consejos, frustrarse, enfadarse, enfadarme…
– ¿5 veces? Cuanta fuerza de voluntad.
– No es fuerza de voluntad, es tener un objetivo y ser constante. Y si fallas, pues a volverlo intentar.
– Señora, ¿entra? -insiste el funcionario.
– Un momento que estoy hablando, después de lo que me has hecho esperar. ¿No ve que estamos hablando de algo importante? – le corta.
– Una cosa, creo que conozco a la farmacéutica que te atendió… cuando dejó de fumar, lo hice con la ayuda de mi enfermera pero mi también de una farmacéutica, tendría unos 35 años. ¿Hiciste el tratamiento como te indicaron?
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