Ya no vale la pena dejar de fumar

Cuando estamos solos con nuestros pensamientos, comenzamos a pensar cosas que realmente queremos olvidar, como la vivencia en el centro de salud con aquel hombre que te había pedido un cigarrillo. Tan normal que estaba, de buen humor, con su barriguita pero de aspecto saludable, derrochando simpatía y justo le da un infarto mientras se espera para visitarse. 

Entonces te acuerdas de la conversación que tuviste con tu amigo en el bar semanas atrás, insistiéndote en que dejaras de fumar. Pero lo que le quisiste hacer ver, que no te ves capaz de dejar de fumar por que piensas que ya es demasiado tarde, el tabaco ya te afecta en tu salud y no hay marcha atrás.

 En medio de tus divagaciones te suena el móvil. Te sacas los guantes y descuelgas la llamada mientras maldices mentalmente a quien te está llamando, pero antes de poder decir nada, tienes un ataque de tos que te impide decir nada durante unos segundos.

– ¿ Qué? – Dices temblando y voz ronca

– ¿eh? ¿Que te pasa? ¿ Cómo estas? – Responden des del otro lado de la línea-

– ¡Que tengo la mano congelada del frio que hace! – toses – ¡O sea que sea lo que sea, dilo ahora o calla para siempre!

– Jajajajajaja. Ya sé que hace frio. Por eso estoy refugiado en el bar de siempre. Estamos todos, ¿Te apuntas? Cambio y corto. Qué hace mucho tiempo que no te vemos. ¿Cómo estas? Veo que aún toses mucho…

– Bien, con un poco de tos ahora mismo pero es que este frio me esta afectando…

– Un poco de tos,….ya… y como estas des de  lo de tu ingreso.

– ¿Mi ingreso? ¡Mucho mejor! ¡Pero de eso ya hace meses!

– Sí, pero no te hemos visto des de entonces, y… nos asustaste un poco… pero bueno, que nos desviamos del tema. ¿Vienes o qué?

– ¡Sí, claro! Llego en cinco minutos. Corto y cierro – Vuelves toser, guardas el móvil, te pones los guantes y aceleras el paso llegando antes de lo dicho.

El calor acumulado del bar te rodea justo al entrar y te quita el frio de golpe, justo lo contrario de los que estaban al lado de la puerta, que reciben todo el frio de la calle y a través de su cara te dicen lo que piensan sin necesitar de hablar: “¡Cierra la puerta ya!” 

Pero no te das cuenta de sus miradas y optas en sacarte antes el abrigo que cerrar la puerta, por eso, uno de los que está cerca te grita:

– ¿Quieres hacer el puto favor de cerrar la jodida puerta? – te dice un hombre que te saca una cabeza aun estando sentado en la barra. Su aspecto es totalmente desaliñado, con barba de muchos días, ropa arrugada y su mirada refleja llevar demasiadas cervezas encima.

– ¿Qué? – Respondes automáticamente totalmente descolocado por su agresividad.

– ¿La puerta! ¡Joder! ¿Te lo tengo que repetir? – Dice mientras se acerca hacia ti.

– La puerta ya está cerrada, ¿Contento? – Le grita Anna, una de tus amigas mientras se pone delante tuyo.

El hombre, aunque te ha dado la sensación de querer buscar bronca, recula y vuelve a su asiento en la barra y se desentiende de ti. Te extraña mucho que se haya calmado tan rápidamente solo con las palabras de tu amiga, al fin y al cabo, erais dos contra un gigante. Pero lo entiendes cuando te giras y ves que detrás tuyo estaban todo tu grupo con cara de pocos amigos.

– Hola Cubito de hielo, ven con nosotros, estamos al final – te responde Eva con la mejor de las sonrisas, mientras te coge desde los hombros con uno de sus brazos y te lleva así hasta la mesa donde están todos sentados. 

– ¿Que pasa? ¿Querías entrar en calor a base de golpes Rocky Balboa?

– Para peleas estoy yo – toses – El animal ese que buscaba bronca, va pasado de vueltas – vuelves a toser –

– ¡Cómo toses! ¿Estas bien? – se preocupa Angela.

– Sí, mama, Tranquila que no me van a tener que ingresar – le dices con ironía.

– Es que vaya susto nos metiste – te contesta Manuel, el deportista del grupo. Tanto que es monitor de tenis.

– ¡Que exagerados sois! – dices a todos los que te rodean y te miran con cara de preocupación – si al final estuve muy poco. Lo que pasa es que me cogieron cariño y no me dejaban irme – sonríes.

– ¿Y que te dijo el médico? – te pregunta Carlos.

– ¡Ah! Lo de siempre – te encoges de brazos, elevas la cabeza mirando al techo y comienzas a pensar – A ver…. Me puso un montón de medicación, me dijo que fuera al médico de cabecera para hacerme controles, que sea más activo, que haga deporte en cuanto pueda, que deje de fumar…

– Pues comienza con lo último y ves haciendo el resto paso a paso

– ¿Dejar de fumar? ¿Para qué Loli? Ya es demasiado tarde, no vale la pena.

– ¿Pero que dices? ¡Nunca es tarde! – intercede Carlos, que hasta ahora estaba callado sin participar en la conversación.

– A ver, tonterías las justas. Tanto vosotros como yo sabeís perfectamente  que por mucho que deje de fumar, el daño ya está hecho, no hay vuelta atrás. Siempre estaré así o peor…

– ¡Tú lo has dicho! – insiste también Miguel – si sigues fumando…. estarás peor por que el tabaco te seguirá jodiendo tu salud cada vez más. Pero si lo dejas… al menos puedes frenar algo todo lo que te pasa.

  Sí, si, que si dejo de fumar me curo seguro

– No, no digo eso. Dime, si sigues fumando, ¿te vas a encontrar peor, mejor o igual?

– Estoy mal ya.

– Sí, de acuerdo, pero dime, ¿que crees?

– Mejorar, no voy a mejorar, si acaso estaré peor…

– Y si dejas de fumar, no te pregunto si vas a mejorar, pero vas a empeorar tanto como si sigues fumando?

– No, seguiré igual de mal que ahora, pero no tan mal si fumo…

– Muy bien… Lo ves, dices que te encuentras mal, pero si puedes evitar estar peor el máximo de tiempo posible… por que no dejar de fumar? Saldrás ganando… Vivirás mejor.

Si piensas que dejar de fumar valdría la pena y quieres intentarlo clica aquí

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